Fiona ya no tiene quién le escriba.
¿Sabes Fiona, que todos los frutos caen, algún día del árbol?.
Mas algunos no caen a plomo en la tierra que les vio nacer,
sino que, pese a romperse el vinculo físico que les une al tronco,
al estar rodeados de tanta gente,
van cayendo, rodando de rama en rama,
y en todas encuentran manos tendidas
que anhelan
el ultimo roce, el ultimo encuentro.
Y llegará al suelo
este fruto desgajado del árbol,
llegará libre y cansado,
habiendo dejado en su paso,
hermosos recuerdos,
jirones del alma.
Y aún en el suelo,
sabrá
que ha sido
azuzador incansable de sonrisas y vainas
flirteador de palabras,
hacedor de recuerdos,
investigador del alma,
catalizador de sentimientos ocultos.
Seguiremos con dolor las huellas que nos has dejado,
Porque aunque no podemos quitar su dolor a la muerte.
Dicen los poetas:
No te acerques a mi tumba sollozando.
No estoy allí. No duermo ahí.
Soy como mil vientos soplando,
soy como un diamante en la nieve, brillando.
Soy la luz del sol sobre el grano dorado,
soy la lluvia gentil del otoño esperado.
Por eso no te acerques a mi tumba sollozando
No estoy allí.
Yo no morí.
¡Estoy en todas partes!
vivo…
Mary Elizabeth Frye, 1932
Hoy todos tenemos, Manolo, un nudo en la garganta
Y otro en el corazón.
Sara Sintes
Hoy la ausencia de tu verso tiñe el día
Hoy has hecho eterno tu recuerdo y tu poesía.
Marta Sintes
Seguiremos libando en tus lindos sueños,
seguiremos leyendo poemas de amor,
seguiremos buscando entre colmadones,
tus huellas perennes de hombre especial.
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